Escribo estas palabras haciendo uso de todo el poder que se me ha otorgado, pues no creo querer confiar en otro que en mí mismo si mis sospechas sobre la situación actual del mundo son acertadas.
Mi nombre es Norman, soy uno de los muchos que fueron convocados de otro mundo por los dioses y recibieron poderes en el proceso, un héroe. El poder que a mí me fue otorgado no es otro que el de dar propiedades mágicas a los objetos que desee, además de saber qué cualidades posee un objeto que he creado, aunque no me haya parado a investigarlo. Suelen ser propiedades menores, y no siempre funciona. Digo "suelen" porque la experiencia me ha enseñado que aparentemente hay mucha más probabilidad de éxito si dejo que la suerte decida una propiedad al azar, lo cual hace que este proceso no resulte muy confiable.
En vistas de lo expuesto, mi poder no parece ser gran cosa a primera vista, ¿cómo es posible que uno de los legendarios héroes no posea la fuerza de mil leones, la inteligencia de mil sabios, o la destreza de mil pícaros?, pero irónicamente ya ha probado ser más que útil cuando resulta necesario, y estoy muy agradecido por ello. Es por todo esto que voy a dedicar estos pasajes a comentar mis experiencias, desde que fui convocado hasta la vez que fabriqué mi obra maestra: para ilustrar las sutilezas de mi poder, para dar las gracias a un gran amigo, y más importante aún, para demostrar que no existe tal cosa como un héroe invencible.